002.Lo que me alcanzaría con cien dólares

Sinmurosnewscalifornia
Por Jose Romero Mata
Karla de unos 25 o 26 años originaria de Republicana Dominicana se encontraba en el boulevard Hollywood una tarde de media semana con un clima más que agradable. Venía acompañada de dos afroamericanas. Todas traían ropa entallada pero con todo Karla sobre salía, de rasgos finos y estilizados. Una muñequita sin más.
Estaba cerca de recoger al siguiente pasajero, la vi cruzar la calle. Solo recuerdo que yo repetía muchas veces “¡Madre de Dios…Madre de Dios!…” La vi a lo lejos y por más que quise ya no pude retirarle mi vista. Era imponente. Mi boca tardo en cerrarse cuando vi que caminó hacia mi auto y no comprendía que ella con sus amigas serían las nuevas pasajeras.
Yo no me podía quedar atrás y más cuando al subirse se sentó a mi lado mientras sus compañeras, que no dejaban de discutir en ingles, lo hacían en la parte posterior. De color moreno claro asombraba su cuerpo firme y bien acomodado, sus senos parecían apuntar al frente como dirigiendo el rumbo, piernas torneadas y caderas levantadas todo se veía tan natural que provocaba que, hombres y mujeres en la calle la voltearan a ver. Tenía ojos color de miel y pestañas rizadas.
Traía un entalladísimo vestido verde limón. Mientras se acomodaba en el asiento del copiloto del auto y por más que luchaba por no voltear a ver baje mi mirada como buscando algo, me atreví a observar con detenimiento sus espectaculares  piernas. Yo creo que seguí diciendo: ¡Madre de Dios! Hasta que escuche su voz diciéndome: ¿Bueno qué? ¿Ya nos podemos ir?.
Dibujé una sonrisa forzada y mi explicación rompió el hielo. Es que a veces se me traba la palanca de velocidades –le respondí- y que me ataja, ¡Pero si el auto es automático! Los dos soltamos la carcajada y le dije: “Bueno, ya pues ya me cachaste ya ni modo. Ya vámonos”. “La verdad es que con todo respeto llamas mucho la atención y sería muy despistado si no volteo”, le confié de forma arriesgada.
Después de hablar del clima delicioso que teníamos ese día. Sus compañeras que ya venían con estocadas de alcohol me festejaron que fuera mexicano. “Mexican. muchou tequila!” gritaron.
Pero la plática fue más amena con Karla quien contó que era graduada de publicidad en su país natal y que se vino hace unos años  a Los Ángeles a probar suerte pero la vida la llevo a lo que podría ser para muchos la ganancia fácil de una vida difícil y complicada.
“Llevo poco en esto, pero me va muy bien yo diría que como ensueño ha habido momentos que gano más de diez mil dólares por día y gracias a que hago un trabajo muy especial. Tengo a mis clientes en Beverly Hills y en Hollywood y todos siempre quedan muy contentos. La mayoría es gente de mucha edad pero también de mucho dinero. Con lo que estoy ganando planeo seguir en esto por cuatro o cinco años más y después me voy a dedicar a poner varios negocios y a vivir la buena vida”, compartió.
¡Ah caray! Pero con eso que me dices que ganas, ¿cuánto cobras a un cliente?, ¿por un rato?, ¿por un día? , ¿cómo es? Le pregunté.,
“Para empezar yo pido mil dólares a mis clientes y sé que lo valgo”, sentenció.
“Uf mil dólares, ¡increíble! pero creo que con mil dólares también incluye que me ayudarías a la limpieza de la casa y a hacerme de comer ¿verdad? Le pregunté con jiribilla y con ánimo de buscar su reacción.
“No querido, yo solo cobro por mi servicio y que si lo vieras te quedarías prendido a mí de por vida”, enfatizó.
“Uy no para nada eso es mucho dinero para mi yo que soy pobre y de familia numerosa”, le rematé con desencanto.
¿Cuanto traes? Me cuestionó como si pensara que uno puede traer en la bolsa esos mil dólares.
“A lo mas traigo como cien dólares”, respondí.
“No querido, eso apenas alcanza para que te meta el dedo en el cul@”, me contestó.
Con ojos mas desorbitados y con una sonrisa nerviosa le comente: “¡Nombre, para que tanta violencia! para picarse uno mismo se alcanza y es gratis, así no tiene chiste”, dije con burla y sarcasmo al tiempo que simulaba como los changuitos se escarban ellos mismos.
-“Te tengo que contar que la mayoría de mis clientes de Hollywood y Beverly Hills les gusta que les meta el dedo y eso es muy común entre ellos”, me externó.
“¡Ah caray! yo pensé que solo a Christian Castro le gusta eso de que le saquen fruta de la piñata o que les den cuerda como a los muñecos antiguos”, le comenté, al tiempo que volvió a soltar una carcajada mas cuando le aclaré estas comparaciones.
Seguimos platicando y bromeando y que me dice: Mira en confianza Kimberly – una de sus dos amigas que venían en el asiento de atrás-, con un par de copas esa te comparte todo así que tu sabes si te animas. Ah, pero hay una condición. Esta tan loca que si terminas y no le provocas un orgasmo te agarra a cachetadas.
-¡No te digo. Para que tanta violencia! ¡No puede ser! Le reclamé.
Poco después terminó el recorrido y esperé a que se bajaran. Con la mayor tranquilidad la vi descender. Fue mi último taco de ojo gratis y con él se fue una mezcla de varios suspiros. Uno porque se acabó el viaje; otro porque en verdad que sí,  su belleza era para disfrutar; al tiempo que me mostraba orgulloso a mi mismo de no haber ofrecido mi ultima parte virginal así como el no exponerme a recibir una serie de manazos solo por no desatar pasión ni provocar un orgasmo.

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