La herencia en vida y la tristeza de una madre

Sinmurosnewscalifornia

Por José Romero Mata. Rosaura, una mujer de 72 años, residente de Huntington Park decidió que dar la herencia en vida a sus dos hijos le cambiaría el mundo y los haría muy felices a todos. Lo que fue inspirado en el sueño por la unión familiar se convirtió en una pesadilla ya que hasta ahora no ha podido conseguir la anhelada felicidad.

De padres originarios de Zacatecas, Rosaura quien habla inglés y español estuvo casada con un empleado de una empresa de préstamos. La vida de Rosaura a principios de los 70s tuvo un viraje radical ya que su esposo falleció víctima de un infarto cerebral y en ese momento todo cambio para ella y sus dos hijos que en aquel fatídico desenlace tenían seis y cuatro años. La pensión y una indemnización no fueron suficientes por lo que tuvo que conseguir un trabajo con el que pudo mantener y darle una carrera universitaria a sus hijos.

“Me entregue de cuerpo y alma por atenderlos y resolverles la vida. Nunca me volví a casar.  Cerré ese capítulo en mi vida. Mis hijos fueron mi única preocupación. Conforme fueron creciendo retomaron esa creencia de muchos de nunca querer hablar español, solo ingles porque decían que los podrían confundir con los mojados. Pero no solo eso siempre fueron por siempre muy egoístas y siempre luche contra eso. Además de tener un carácter difícil siempre trate de minimizar sus actitudes y desplantes. Ya cuando sean grandes se van a componer! era mi mayor esperanza”, compartió la mujer de mirada triste que mostraba un semblante de cansancio de por vida y de arrugas en donde su cara mostraba que muy rara vez esbozo sonrisas.

En un momento reflexivo en su destino Rosaura tuvo la osadía de vender la casa que había comprado su marido con tanto anhelo y que ella con sacrificios termino de pagar. “Recibí 600 mil dólares de la venta y ahí lo pensé más o menos bien y ahí fue cuando decidí darle 300 mil dólares a cada uno de mis hijos. Decidí darles la herencia en vida y solo como condición les pedí que me permitieran vivir con ellos en sus departamentos en donde ahora vive cada quien sus vidas solitarias. Pensé que al compartir tiempos nuestra unión y nuestro amor crecería pero no se pudo. Cada vez fueron muy frecuentes los reclamos de los dos por cualquier cosa. Ya uno hasta me corrió de su casa y me tuve que ir con el otro hijo pero ya este también me hace caras y me trata muy mal, así que ahora he estado hablando con mi única hermana para que me preste uno de sus cuartos en su casa y me permita quedarme ahí por un tiempo porque ya es mi único lugar en donde tengo paz”, indico.

“Estoy desesperada porque ya los dos me dicen que muy pronto buscaran que me vaya a vivir a una casa de asistencia para personas mayores. Pero ninguno se quiere hacer cargo de los gastos y me dicen que yo deberé de resolverlo como pueda”, se quejó.

En Estados Unidos proliferan las casas y centros de atención para personas mayores. La mayoría son privadas y las erogaciones mínimas que realizan familiares de los residentes van en promedio de ocho a diez mil dólares mensuales por hospedaje, alimentación y cuidados médicos y hay otros centros en áreas exclusivas en donde los montos son estratosféricos y se multiplica la cifra en espiral y en grandes cantidades.

En la cultura de esta nación es muy común y sin el mayor recato que las personas mayores sean enviadas a estos centros con la justificación de que ahí tienen atención médica y de asistentes personales las 24 horas del día. En contraparte en países como México las familias tienen por costumbre el atender y cuidar a sus ancianos en una relación de reciprocidad y de gratitud por la dedicación que les dieron a sus descendientes.

Bertha M. una empleada de una casa para personas mayores y con diez años de trabajar en la localidad de Pasadena, considero que la mayoría ya perdieron muchas de sus ilusiones de vida “Ellos ya sólo esperan que les llegue pronto el fin de su existencia”, expreso.

Por más que los empleados les tengamos atención y consideración nunca supliremos lo que es un abrazo la atención y el cariño de sus familiares pero aquí es más práctico y no es como en nuestros países en Latinoamérica, comparo.

Bertha comento que uno de los casos más dramáticos lo vio con un residente octogenario que había sido ingresado por sus familiares pero la mayor paradoja es que sus hijos viven en la casa de enfrente. Sus hijos nunca lo visitan pero él todas las mañanas sale al balcón les dice cosas en gritos en su lenguaje armenio. Se ve que sufre mucho y llora desesperado para después meterse en su recamara y quedarse encerrado por muchas horas. Verlo gritar y llorar estremece a cualquiera, indico.

El locutor y compositor jalisciense Teddy Fregoso creador de un programa radiofónico en los 60s la que fue la primera estación en español en California fue, sin saberlo, la contraparte de esta historia. Cuando lo entreviste por el año 2008 me decía que ya estaba cansado de todo lo que había hecho y que había decidido vender  sus propiedades y sus vehículos. “Ya lo decidí no quiero dejarle pleitos ni problemas a mis hijos. Decidí vender todo ahora estoy pagando una renta en un bonito departamento en Los Ángeles y con lo ganado me estoy dando viajes y vivo bien sin preocupaciones y me atiendo en mis necesidades básicos con mis propios recursos. Ya deje instrucciones a mis hijos a que cuando fallezca hagan uso de las cuentas bancarias así como de las regalías por mis canciones ahí y solo ahí ellos ya saben lo que les corresponderá hacer, aclaro en una charla que aún recuerdo con gran impacto en mi vida.

Fregoso fue el compositor de decenas de boleros y de grandes éxitos de antaño como “Sabrás que te quiero” que interpreto Javier Solís, temas por los que se siguen generando regalías. Este reconocido locutor y amigo falleció en Los Ángeles a los 90 años el 11 de enero del 2015.

Los dos casos son solo botones de muestra de un asunto que deberia ser sencillo y simple pero que en muchos casos se convierte en espinoso por todo lo que lo que significan las herencias y como estas terminan siendo parte de una disputa entre familias o descendientes y muchos de ellos sin valorar lo que fue la dedicación, la entrega y el sacrificio que represento para quienes llevaron a buen puerto ese proyecto personal y que sin duda fue construido con grandes esfuerzos. Por supuesto que la decisión más importante está en el testamento y la voluntad final. El dilema y la reflexión ya solo quedan en cada persona y pensar en que hay una solución única y verdadera es perderse en un mundo de sueños, esos sueños que se extinguieron al terminar la vida de sus iniciadores.

 

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