Hay que tener respeto a los decretos en la vida
Por Jose Romero Mata
Alejandro Cadavaler, fue un ingeniero que conocí cuando trabajé en la secretaría de Gobernación, siendo muy joven recién después de haber terminado la carrera de periodismo, allá por la década de los 80s.
Alejandro era todo un personaje, galán como nadie tenía un pegue impresionante y más porque las mismas mujeres lo comparaban con Tom Selleck un personaje de la televisión de los 70s protagonista de la serie “Magnum”. Alto, con enorme bigote y con ojos claros siempre le pedía y hasta rogaba que me compartiera mucha de su sabiduría para conquistar mujeres porque lo hacía con una facilidad en donde por supuesto el porte le ayudaba mucho y la labia ni se diga y pues en mi caso ni uno ni otro así que era un poco andar cuesta arriba.
Seguido lo interrogaba sobre esos menesteres, para seguir aprendiendo pero aparte él tenía mucha labia y parecía un libro de frases y expresiones de sabiduría de vida que era su plus con el que se conducía y mira que sí que le funcionaba. Con frecuencia me tocó ver a guapas y esculturales mujeres a su lado.
En alguna ocasión le pregunte que como le gustaría terminar su vida. Quizá al lado de una gran mujer que lo quisiera mucho y le acompañara en sus últimos días de vida. De golpe me detuvo ¡yo no quiero esperar a la vejez!. Se me hace muy deprimente terminar la vida así. Y más porque después de haber comido las mejores carnes no voy a aceptar nunca que termine comiendo frijoles!, o andar caminando con muchas dolencias, no para nada!. Lo que yo en su momento haré –dijo-es que me voy a ir a lo más alto de una montaña y desde ahí cuando yo vea que ya mi juventud y mi fortaleza ha llegado a su fin, en ese momento me lanzaré el vacío y de su solo golpe acabaré con cualquier sufrimiento que me haga recordar todo lo bien que viví en mis mejores años, puntualizó.
Yo lo escuchaba con mucho detenimiento y por primera vez le contradije. Ahí si no coincido contigo. La vida tiene tantas cosas bellas que no podemos terminarlas. Con una decisión como esa a lo mejor nunca tendrías la oportunidad de la belleza, la paz, la tranquilidad que puede tener una persona de la tercera edad, disfrutar nietos o a amigos de toda la vida y que con achaques y todo pero también se tiene mucho por disfrutar de la vida hasta cuando esta se termine conforme a tu tiempo o a su destino, le expresé en aquella ocasión.
Su historia siempre me dejo marcado por lo que significo y aunque ocurrió hace ya varias décadas me ha permitido reflexionar, entre otras cosas, sobre lo que es el destino y sobre los llamados decretos. Con los amigos hemos polemizado sobre lo que es el destino, si este existe y lo que tenemos marcado para nuestra vida y también lo que son los decretos que se hacen en la vida. En lo personal lo voy a reconocer siempre me burlé de los decretos porque como por arte de magia hay quienes decretan ser millonarios, tener una hermosa rubia a su lado o vivir una vida de lujos, y como a muchos esos mentados decretos nunca nos llegaron. Ni hubo riqueza; a mi vida solo llegaron bellezas de color café y de chocolate pero nunca rubia y así podríamos seguir. Aunque eso si se ha disfrutado de la vida de como vino, tengo que aclarar.
Hace unos meses la imagen del ingeniero se me vino a la mente y me sacudió y de qué manera!. Conocí a una licenciada con su mismo apellido y como es más que singular de inmediato le dije. Hombre que coincidencia yo conocí hace muchos años a un gran amigo en una dependencia de la ciudad de México. De inmediato le dije su nombre. Lo ha de conocer; que me puede contar de él?, salúdelo de mi parte! porque tengo grandes recuerdos de su sabiduría y de su pegue con las mujeres, le señalé.
Le tengo malas noticias, me respondió. Mi tío Alejandro falleció hace unos diez años. Murió de una forma dramática. Habíamos tenido una fiesta familiar en la ciudad de Cuernavaca -a una hora de la ciudad de México-. Hubo una celebración y el decidió que se regresaba solo después de la fiesta. Él estaba en su plena edad de madurez. Seguía siendo un enamorado empedernido. Nunca se había casado y seguía siendo un conquistador.
Cuando conducía a una velocidad normal en la autopista, prosiguió la sobrina en su fatal recuerdo, de manera sorpresiva un enorme camión que venía en bajada y sin control, brinco la valla de contención que separa a la autopista e impacto de frente el auto deportivo de su tío quien murió de forma instantánea.
Escuchar como fue el fin de Alejandro me dejo impactado y más cuando me hizo recordar toda la sabiduría y tantas cosas que repetía este buen amigo y a partir de ahí con todo y la sacudida mental los decreto ya los miro con respeto y mejor prefiero no usarlos hasta no aprender más de la esencia de lo que puede significar una expresión de este calibre en mi vida.